lunes, 7 de octubre de 2013

Capítulo 6: ¡Viva Las Vegas!

- No sé Johnny, me parece muy arriesgado... ¿Cómo entraremos allí?
- Muy fácil Jack, nos hacemos pasar por los agentes de seguridad que van a recoger la recaudación del casino. Kayden tiene los planos del casino y unas motos de la policía, cuatro de vosotros os haréis pasar por polis y otros seis por agentes de seguridad, entramos en la cámara del casino, la saqueamos, y de vuelta a casa. ¡Ah!  Se me olvidaba, llevaremos explosivos Semtex, de paso que saqueamos el casino, también nos lo cargamos.
- ¿Cuanto será nuestra parte?
- Mucho, ya sabéis que Kayden suele ser generosa cuando le hacemos algún trabajo... Bueno, iros preparando, que en una semana nos vamos. Por cierto, nuestros colegas de Las Vegas van a ayudarnos.
Los miembros de Johnny estaban tan excitados como él. El mayor golpe en la historia de los Spartans. A Johnny no le gustaba mucho la idea de trabajar de mercenario para nadie, pero con Kayden era diferente. Desde hacía muchos años, la familia de Kayden siempre había confiado en los Spartans, nadie mejor que ellos para cuidar de los negocios que la familia D'Amico tenía en Fairmont.
Annie llevaba unos días un tanto huidiza, la visita de Kayden no fue muy agradable para ella. La noche de la reunión de Johnny con los Spartans para diseñar el plan de robar el casino, al llegar a casa, Annie no estaba tocando su violín como de costumbre, parecía enfadada.
- Annie, ¿Qué sucede?
- Nada, déjalo...
- ¿Qué pasa?
- Nada. Dale saludos a tu putita de mi parte... ¡No te jode!
- ¿Estás celosa?
- Noooo, que va, sólo que mi novio se larga a Las Vegas invitado por ese zorrón polioperado de Los Ángeles y acepta. Vamos, lo más normal del mundo.
- Annie, son sólo negocios, entre Kayden y yo nunca ha habido, ni hay nada, ni lo habrá...
- Ya, claro...
- Vale, si hubiera algo entre nosotros, ¿me diría que vinieses que nosotros?
- A lo mejor quiere un trío...
- ¿Te estás oyendo? A estas alturas deberías saber que para mí tú eres la única mujer que hay.
- No sé, iré con vosotros, pero no me fío ni un pelo de esa pájara...
Johnny se echó a reír, aunque a Annie no le había hecho mucha gracia aquello, entendía la reacción de Johnny, él se lo había mostrado todo y ella le pagó con desconfianza. De todas formas, Kayden no era trigo limpio para Annie.
El tiempo fue pasando, y llegó la hora de ir hacia Las Vegas. Por la mañana, muy temprano, los Spartans y Annie estaban en el aeródromo de Maxwell's Point, subiendo al jet privado de Kayden, ella había cuidado todos los detalles para que su operación no fuese descubierta. Si los Spartans de Fairmont viajaran de otra manera, tan pronto como hubiesen atravesado la línea del Estado los hubieran arrestado.
Era un viaje corto, Annie se sentó separada de los Spartans, ellos seguían haciendo planes sobre el asalto. Ella iba pensando en sus cosas hasta que un olor delicado la sacó de sus pensamiento. Era un perfume de mujer, parecía caro. Kayden se había sentado a su lado, sonreía.
- Perdona, ¿te he molestado?
- No. No te preocupes.
- ¿Estás cómoda? ¿Necesitas algo? ¿Un refresco? ¿Champán?
- No, estoy bien, gracias.
- Lo que necesites, pídemelo. 
- Gracias. ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Sí, lo que quieras.
- ¿Desde cuándo conoces a Johnny?
- Desde niño. Su padre hizo varios trabajos para el mío, yo heredé el negocio, y bueno, los Spartans son de fiar. También conocía a tu padre, un gran hombre.
- Sí que lo era -sentenció Annie con gesto triste-.
- Cambiemos de tema, ¿tienes planes con Johnny para esta noche?
- No.
- Bueno, pues esta noche os he reservado una mesa en el mejor restaurante de Las Vegas para Johnny y para tí. Tendréis que ir de etiqueta...
- No he traído ropa...
- Nada, te llevo yo a comprar, no te preocupes, y a Johnny ya lo está esperando un sastre cuando lleguéis a la habitación del hotel. Es de mi familia, de los mejores de la ciudad, tenéis la mejor suite...
- No te molestes...
- Conozco a Johnny y me imagino que será poco detallista, como todos los tíos. Eso sí, siempre está hablando de tí, está muy enamorado. Jamás lo había visto así. De mujer a mujer, te llevas a un hombre complejo, muchos te dirán que estás loca, pero lo dará todo por tí.
- Gracias Kayden, ¿entre tú y Johnny hubo algo?
- Jamás, él es para mí como un hermano.
Aquellas palabras tranquilizaron a Annie, aunque la desconfianza no se había disipado del todo.
Pocos minutos después tomaban tierra en Las Vegas en un pequeño aeródromo. Allí estaban esperando por los Spartans. Se subieron a los coches y pusieron rumbo a unas naves industriales cercanas, allí, Kayden tenía el material preparado para el asalto. El furgón blindado era de una compañía de seguridad que Kayden había comprado, cuatro motos de la policía, y un arsenal de armas. A ella le entusiasmaba la idea de Johnny de volar el casino por los aires. Hasta el jueves no sería el asalto. 
Tras eso tomaron la autopista, aquella banda de asfalto atravesando un árido paisaje los colocó en unos minutos ante el famoso cartel de bienvenido a Las Vegas. A Johnny era una ciudad que le encantaba, al cabo de unos minutos ya estaban rodado por The Strip. Johnny rodeaba con su brazo a Annie, que observaba boquiabierta las luces de neón. Por la radio sonaba una gran canción, "Viva Las Vegas", de Elvis.

Al llegar al hotel, Kayden repartió las llaves a los Spartans. A los pocos minutos de instalarse en la suite, llamaron a la puerta, era el sastre, acompañado de Kayden.
- Johnny, bienvenido a Las Vegas, esta noche irás con Annie de cena.
- ¿Perdón?
- Sí, y sin rechistar, he traído al mejor sastre de la ciudad para que arregle uno de sus trajes para ti, ya tenéis una mesa reservada. Annie se viene conmigo, a por un vestido.
Annie salió de la habitación detrás de Kayden. El sastre empezó a tomar medidas a Johnny, mientras él observaba aquella lujosa suite. Cuando acabaron de medir a Johnny, el sastre, un hombre bajo y de clara ascendencia italiana, abrió una gran maleta que había traído, sacó un traje de tela gris, lo colocó encima de la mesa y empezó a trabajar en él.
- Signore Johnny, puede recoger il suo traje en una hora e media.
- Perfecto, voy a dar una vuelta, si me necesita, llame a Kayden.
El hombre asintió y Johnny se marchó. Hizo una llamada telefónica desde el hotel, vendrían a buscarlo.
Pocos minutos después un taxista entró en el hotel preguntado por Johnny. Él se acercó al taxista y se subió. Pronto abandonaron The Strip y pusieron rumbo hacia las afueras, atravesando calles, hasta llegar a un edificio de planta baja, la sede de los Spartans de Las Vegas. Johnny entró allí, siendo recibido con abrazos por sus colegas. Johnny habló con los miembros.
- Sabéis que mañana daremos un gran golpe, necesito vuestra colaboración. Kayden ha puesto a cuatro de vosotros al cargo de las motos, mis chicos y yo iremos en el furgón blindado, Kayden ha colado a varios de los suyos entre los seguratas del casino. Cuando nos vayamos, saltaremos el casino por los aires.
- ¿Y si tenemos problemas? -dijo uno de ellos-.
- Buena pregunta, si hay problemas vosotros saldréis corriendo en el furgón y las motos, en grupo. Yo saldré más tarde, ya tengo mi propio plan de escape. Sabéis que me buscan aquí, ¿no? Pues si algo se tuerce, escaparé, y a lo mejor necesito vuestra ayuda para salir del estado.
- Tranquilo Johnny, no te dejaremos tirado.
- Perfecto, el jueves nos vemos.
Johnny volvió al hotel en otro taxi, al entrar en la suite, Annie y Kayden estaban allí, comentando con el sastre el resultado de su obra. Instaron fuertemente a Johnny que se lo probara. Le quedaba bien.
El tiempo hasta la noche transcurrió de manera lenta. Una llamada al teléfono de la habitación les confirmó que en dos horas una limousina vendría a buscarlos, cortesía de la familia D'Amico.
Annie se tomó una larga ducha después que Johnny hiciese lo mismo. Al salir, mientras secaba el pelo, no dejaba de mirar aquel vestido. Era negro, nunca antes había visto un vestido más espectacular. Una suerte que Kayden se lo regalase, ella jamás podría permitirse un vestido así. Cuando se lo puso, se miró varias veces al espejo. Al salir del cuarto de baño se encontró a Johnny, ya con el traje puesto.
- ¿Annie?
- Sí, soy yo.
- Estás preciosa, pareces una princesa.
- Gracias, no había vuelto a verte de traje desde nuestra graduación en el instituto... te queda genial.
- Bah, estoy incómodo, parezco gilipollas...
- No, estás muy guapo.
- Lo que tu digas, voy a peinarme.
Annie vio como Johnny cogía un bote de gomina, la esparcía por las manos y se peinaba con su típico tupé, se lavó las manos y salió del baño.
Poco tiempo después, recibieron la noticia de que la limousina estaba esperándolos. Ambos bajaron en el ascensor, caminaron por el vestíbulo y accedieron al interior de aquel vehículo. El recorrido nocturno era aún más espectacular que el diurno.
El coche se detuvo frente a un restaurante francés. Un aparcacoches se acercó para abrir la puerta de la limousina a Annie y Johnny. El maitre los acompañó hasta su mesa.
Ninguno de los dos jamás había visto tanto lujo en un restaurante, era un mundo totalmente nuevo para ambos. Una cena muy agradable y romántica, mejor incluso que si la hubieran soñado.
Al acabar, decidieron volver al hotel, el viaje en limousina por The Strip fue increíble. Annie había apoyado su cabeza en el hombro de Johnny, maravillada por los reflejos de los neones que entraban tenuemente en el habitáculo del coche. Llegaron al hotel, ambos subieron rápido. Johnny empezó a desnudar a Annie, ella lo besó con pasión, ninguno de ellos podía esperar más, se dejaron llevar, aquella era su noche.
Hasta que no llegó el jueves, Johnny repasó el plan miles de veces. El único punto débil era si Johnny quedaba atrapado dentro del casino, ya que si no podía huir, moriría en la explosión. Si lograba huir en caso de problemas, Kayden había preparado un coche para la huída en el aparcamiento del casino, Johnny sólo sabía que era amarillo, y que su matrícula era 902F4U. 
Llegó el jueves, el día D. Johnny madrugó, Annie aún dormía mientras Johnny se vestía. Ella se despertó para despedirse.
- Johnny, ten mucho cuidado.
- Tranquila, todo saldrá bien.
Él se marchó tranquilamente, el resto de Spartans se juntó en el vestíbulo. Una furgoneta negra apareció a las puertas del hotel, era la señal. Todos entraron en ella, rumbo a la nave dónde estaba el blindado. Allí se vistieron con los respectivos uniformes. Jack, Ritchie y Johnny serían los encargados de entrar en la cámara de seguridad y saquear el dinero. Se repartieron las armas, cada uno llevaría una MP5.
Las miradas nerviosas se cruzaban hasta llegar al casino de los Farnelli, antes de entrar comprobaron que los audífonos que Kayden les había dado, funcionasen. Llegaron a la puerta de seguridad del casino.
- Tranquilos, será entrar, robar y a casa -dijo Johnny-.
- Eso espero.
Las puertas se abrieron, dos de las motos entraron custodiando el furgón. Lo aparcaron dentro de aquel enorme bajo de manera que la parte trasera apuntase a la puerta de la cámara de seguridad.
- Buenos días -dijo Johnny al guarda-. Venimos a recoger la recaudación.
- Tranquilo, soy de los vuestros, me llamo Mark, soy de los D'Amico. Ahora os abro.
Los tres Spartans entraron en la cámara, cogiendo aquellos sacos de dinero y metiéndolos en el furgón lo más rápido posible. Era una tarea bastante lenta, y mientras ellos saqueaban otro de los hombres de Kayden se dedicaba a colocar las cargas Semtex. Tras casi media hora de carga, casi habían acabado.
- ¡Eh! ¿Tú que haces ahí? ¡Detente!
Se oyó un disparo. Por fortuna las cargas estaban colocadas
- Mierda, ¡nos han pillado!
- Sólo quedas cuatro sacos...
- Metedlos, voy a ver que pasa -dijo Johnny-.
Johnny vio al hombre que colocó los explosivos tirado en el suelo, era un guardia de seguridad auténtico. ¡Estaba pidiendo refuerzos! Johnny le disparó a la cabeza, matándolo. De pronto las luces se apagaron. La puerta metálica de seguridad bajó, cerrándose de un golpe. Encendieron las luces del furgón. Johnny vio una carretilla elevadora.
- Ritchie, coge la carretilla y sube la puerta de seguridad, ha quedado mal cerrada, tan pronto la abráis, que Jack la bloquee, yo os cubro.
Ellos obedecieron, mientras Johnny los cubría, empezaron a entrar varios guardias, Johnny se agazapó detrás de una columna y empezó a dispararles. Llevaba una granada de mano escondida, que lanzó a las escaleras de acceso. Los chicos fueron capaces de abrir y forzar la puerta, pero tan pronto como salieron, se cerró. Johnny intentó levantarla, pero era inútil. La única salida era subir al piso superior abriéndose camino. Al empezar a subir las escaleras, disparó a otro guardia de seguridad, uno de los varios con los que se topó. Consiguió llegar al piso superior, estaba desierto. Desde la entrada de The Strip, coincidía con el primer sótano. Johnny vio un cartel que indicaba la dirección del párking, fue corriendo mientras notaba que otra persona corría detrás suyo, se giró y disparó, era otro guardia. 
abrió la puerta de acceso al párking, oyó una sirena, la alarma había saltado, sería cuestión de minutos que la policía llegase allí. Johnny corría por el Párking, pudo ver como varios empleados del casino le señalaban. Casi exhausto vio el coche que le había preparado Kayden para la huída, allí estaba. No podía haber elegido un coche mejor para la huída, al menos por su rapidez, era un SRT Viper amarillo. Johnny se subió rapidamente a él, empezó a hablar por el micro que llevaba puesto.
- ¿Habéis llegado ya a zona segura?
- Sí, nos han tomado por agentes auténticos aquí fuera. ¿Y tu?
- Estoy jodido, oigo a la pasma por aquí cerca, además el coche que ha preparado Kayden es muy rápido, pero también muy cantón... bueno os dejo, ya nos veremos.
Johnny arrancó aquella bestia y salió de la plaza haciendo un giro en J, aceleró y esquivo los disparos del encargado del párking, al llegar a la calle, derrapó, evitando una colisión, pero el coche que acababa de esquivar encendió unas luces azules, ¡era un camuflado! Johnny aceleró por The Strip, esquivando otros coches. Ya estaba a una distancia prudencial, por lo que activó el detonador que llevaba en el bolsillo. Vio una gran nube de humo y como el casino de los Farnelli caía. ¡Qué gran final!
La misión había concluido, había esquivado a la policía. Decidió reducir la velocidad y cambiar de sentido, había huido al sur y su destino era el norte. La nube de humo de la explosión le impidió llevar a cabo el plan, por lo que tuvo que seguir al sur, girando por una calle paralela a The Strip, así pasaría más desapercibido.
Pero la realidad era muy distinta, allí, cuatro coches patrulla había construído un bloqueo, y por un callejón se acercó otro coche patrulla.
- Le habla la policía estatal de Nevada, bájase del vehículo y entréguese sin oponer resistencia. Sabemos que está implicado en la explosión del Casino Milano. ¡Ríndase sin oponer resistencia!
- ¡Los cojones! -gritó Johnny- ¡Antes muerto!
En ese momento Johnny insertó la marcha atrás del Viper y aceleró, esquivando al coche patrulla. No era la primera vez que estaba en una persecución. 
Tenía una cosa clara. no lo cogerían vivo.

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