miércoles, 2 de octubre de 2013

Capítulo 5: La hora de pagar

El aire fresco de la noche acariciaba a Johnny, circulando en su Harley por las desiertas calles de Fairmont. El hecho de que el tráfico fuese nulo, le invitaba a saltarse los semáforos de manera sistemática y a sobrepasar los límites de velocidad.
Cuando llegó a la sede de los Spartans, unos de los prospects le dijo que entrase por la puerta del sótano, Johnny se dirigió hacia la explanada del taller, en la parte trasera de la sede. Allí, haciendo guardia en la puerta, estaba Sam, uno de los prospects, al ver a Johnny abrió la puerta y le hizo entrar.
-¡ Por fin has llegado!
- Sí, ¿que pasó?
- He encontrado una rata, la que tú buscabas...
Johnny caminaba en silencio al lado de Sam por aquel pasillo, entonces, se detuvo ante la primera puerta a la izquierda, la golpeó y Jack abrió.
- ¿Qué haces aquí, Jack?
- Sam no encontraba tu teléfono y me llamó a mí, él encontró esto...
En ese momento vio que detrás de aquella puerta había un hombre amarrado a una pared, aunque no pudo verle la cara, enseguida lo reconoció. Johnny buscó la cartera con rapidez, llevaba cientocincuenta dólares.
- Toma Sam, te lo has ganado, es todo lo que llevo encima, mañana te daré otro tanto...
- Gracias, pero...
- Ve y emborráchate o ve a un stritease... o ahórralo... lo que te dé la gana, pero vuelve a casa a dormir.
- Vale.
Sam aceptó aquella extraña orden de Johnny, mientras él entraba en la sala donde estaba aquel hombre. Johnny se colocó el puño americano y propinó un fuerte golpe al hombre.
- ¡Mamón de mierda! ¡Te dije que no volvieras a Fairmont! -el hombre se retorcía de dolor- ¿Qué cojones haces aquí?
El hombre tomó aire, escupió un poco de sangre y empezó a hablar.
- No es lo que tu piensas...
- ¡Y una mierda! -dijo Johnny volviendo a golpearlo- ¿Por qué has vuelto? 
- No puedo decírtelo...
- Ya... así que no puedes decírmelo, eh... Veamos si los federales siguen entrenando a sus agentes contra la tortura, ¿verdad? Tony, o ¿debería llamarte agente Brian Fawcett? Yo no me olvido de alguien que me vende, me chupé dos años, dos putos años en la trena por tu culpa. ¿Cuánto hace de eso?
- Diez años, sólo tenías diecinueve, pero eras un psico...
En ese momento se calló, vio como Johnny empuñaba su Desert Eagle, aquella enorme pistila de color dorado estaba apuntando a su cabeza, Johnny sonreía maleficamente.
- Un sólo tiro y... pum... el agente Fawcett deja este mundo con viuda y un hijo, pero no vas a tener tanta suerte, si te mato, quiero que sufras.
Johnny posó su arma en una mesa cercana, el resto de miembros de los Spartans que estaban viendo aquello lo veían con sádica satisfacción. Johnny abandonó la sala. Para Brian, no era demasiado tranquilizador ver que Johnny había salido sin su arma, le esparaba algo terrible. Sus sospechas se confirmaron cuando Johnny abrió la puerta empuñando una enorme motosierra. Se acercó a Brian y la apoyó en su cuello, que instintivamente intentó apartarse de ella.
- Vaya, ¿no te dice nada? Si tu me pusiste el mote de "Chainsaw Johnny"...
Mientras decía aquello, Johnny encendió la motosierra.
- No, ¡no!
- Sí, tienes razón, empezar por la cabeza sería demasiado rápido, empecemos por el brazo... o mejor aún...
Johnny puso el sable de la motosierra a escasos milímetros de la entrepierna de Brian, le daba toques para hacer girar la cadena. El ruido y la escasa iluminación daban a la escena un aspecto realmente tétrico. Johnny veía cómo Brian se retorcía asustado, notó que se había orinado del miedo. 
- Vale, hablaré, estaba infiltrado en los Aces... me habéis descubierto... iba a por ambas bandas.
En ese momento Johnny, dejó su motosierra en el suelo y empezó a golpear a Brian con ira, de pronto, descubrió algo en el brazo del agente, aún tenía el tatuaje de los Spartans, eso hizo enfurecer aún más a Johnny, que se giró hacia Jack.
- Trae un soplete, ¡rápido!
Jack obedeció, cogió uno de los pequeños sopletes que utilizaban para calentar tubos, y se lo dio a Johnny, que guardó su pistola.
- Poned a este montón de mierda sobre la mesa y agarradlo fuerte, mejor aún amarradlo a las patas de la mesa.
Era una mesa metálica, de la industriales, mientras Jack y Ritchie, que acababa de llegar hacían lo pedido por Johnny, éste se colocaba unos guantes de soldador. Entonces, se acercó a Brian, le rasgó gran parte de la manga de la camiseta y empezó a hacer un corte sobre el tatuaje con la navaja.
- Ahora sabrás lo que le pasa a quienes me han vendido y aún conservan el tatuaje de los Spartans.
Johnny prendió el soplete con su mechero, y lo fue acercando al corte para evitar que la herida sangrase. Ignorando los gritos de dolor, siguió haciendo cortes y quemándolos sin empatía alguna. Cuando acabó de borrar el tatuaje, Brian estaba inconsciente.
- ¿Ha muerto? -preguntó Ritchie-.
- No, metedlo en uno de los todo terreno, vamos a las afueras de Fairmont...
Hicieron lo que Johnny había ordenado, condujeron unos veinte minutos, hasta unos terrenos que eran de una granja, arrojaron allí el cuerpo maniatado de Brian, en el medio de una enorme plantación de maíz.
- Mañana van a pasar por aquí una cosechadora así ya no será problema nuestro. Vámonos. 
se montaron en el coche y volvieron a la sede. Johnny cogió su moto y volvió a casa, era ya cerca del amanecer. 
Annie todavía seguía durmiendo, era domingo, podría dormir hasta tarde, los domingos ella libraba.
Johnny se acostó con cuidado, Annie hizo unos movimientos, pero seguía durmiendo. Johnny cerró los ojos, a los pocos segundos, estaba dormido.
Cuando se despertó, eran las doce de la mañana, Annie no estaba, una nota explicaba que se había ido a ver a su madre, para arreglar las cosas. Johnny se vistió muy rápido, se montó en su Harley y puso rumbo a la granja. Al llegar vio como la cosechadora estaba trabajando, la casualidad hizo que de pronto, por la tobera de expulsión del grano, empezasen a salir pequeños trozos de carne y un gran chorro de sangre, una escena que contempló con una gran sonrisa en su boca.
Johnny volvió a su casa, Annie todavía no había vuelto, se sentó en el sofá y cogió su libreta de bocetos, en ella, daba rienda suelta a su imaginación, creando alguna de las motos más espectaculares del estado de California. Como siempre, perdió la noción del tiempo, sólo hubo una cosa que lo desconcentró, la entrada de Annie en la casa.
- ¿Qué tal te ha ido?
- Muy bien, todo arreglado, ¿qué estabas haciendo?
- Diseñando una moto...
- ¿Puedo verla?
- Claro.
Annie miró aquel dibujo, parecía una moto muy clásica, con los escapes vendados, manillar alto, horquilla Springer...
- ¡Muy bonita! ¿Ya le has puesto nombre?
- No, aún no, quizás "Black angel"...
Ella se sentó a su lado, le contó que todo con su madre había ido bien, pero, de pronto, la curiosidad de Annie empezó a molestar a Johnny con una pregunta:
- ¿Qué pasó anoche?
- Nada.
- Tardaste mucho en volver...
- No pasó nada Annie...
- En serio, porque tu camiseta tenía manchas de sangre, ¡Dios! No habrás...
- Vale, ¡joder! Sí, he matado a una persona, pero se lo merecía.
- No, Johnny, no...
- Sí, Annie, me traicionó, por su culpa acabé en la cárcel...
- No es la solución.
- Me voy, lo siento.
- No, Johnny, por favor...
- Mira Annie, sabes de sobra quien soy, sabes que soy violento, si no te gusta, lo siento, pero no voy a cambiar por nada.
- Johnny, Johnny -Annie empezó a llorar- ¿Te estás oyendo? Nuestra primera discusión y ya estás intentando dejarme...
- No quiero dejarte Annie, te quier mucho, y lo sabes, pero también sabes quien soy, y el pasado que tengo. Mi pasado condiciona mi futuro y mi presente.
- Aún puedes cambiar tu futuro, Johnny.
- No, estoy condenado, mi destino está marcando desde hace muchos años y el tuyo también, el de todos. Y lo que más me duele es saber que por mi culpa tu puedes acabar mal. Como los Aces sepan que eres mi novia, irán a por tí, vigila todos tus movimientos, pero cuando estés conmigo, no temas por nada, me dejaré la vida por tí.
- Lo sé, siempre has estado cuidándome...
Annie aún mantenía el gesto asustado.
Aquella noche, apenas pudieron dormir, aunque Annie sí lo hizo. El lunes los recibió con la vuelta a la rutina de los trabajos. Al mediodía, Johnny fue al LeRoy's Diner, como siempre, a comer. Se sentó en una mesa y esperó a ser atendido, Annie le sirvió la comida, un gran plato de costillas. Apenas había dado los primeros bocados, cuando la sheriff Faulkner irrumpió en el local, se dirigió a toda prisa a la mesa de Johnny y empezó a gritar:
- !Johnny Davenport! Quedas arrestado.
- ¡NO! -Gritó Annie- No ha hecho nada...
- Annie, cállate -dijo tranquilamente Johnny- en un par de horas estaré de vuelta...
Condujeron al coche patrulla a Johnny, Annie estaba atacada de los nervios, no entendía por qué Johnny le había quiñado un ojo antes de que el coche arrancase y lo llevasen a la comisaría. Por el camino, Johnny, le habló a la sheriff.
- Espero que sea importante, aquellas costillas estaban muy buenas...
- Lo es, ha aparecido en la granja de las afueras un cuerpo que ha troceado una cosechadora, ¿no sabrás nada no?
- Dawn, ya hay confianza, si querías una cita conmigo, que sepas que no me va el rollo de las esposas y eso, para la próxima, deberías apretármelas menos...
- Me va el realismo, aunque tampoco eres mi tipo -aparcó el coche en la entrada a una pista forestal-. ¿quién era el muerto?
- Fui yo, un agente del FBI que me delató hace unos años, el FBI quería cargarse tanto a los Aces como a los Spartans de un sólo golpe, esto puede acabar muy mal...
- A mí Sterling sigue pisándome los talones...
- Sí quiere, la ayudo a deshacerse de él, eso sí, cuenta como favor aparte, no se preocupe, haré que parezca un accidente... ¿Me lleva de vuelta al LeRoy's? Sigo con hambre...
Dawn devolvió a Johnny al restaurante, Annie empezó a asediar a Johnny con sus preguntas, la respuesta de Johnny fue un breve "en casa te lo digo". Tras eso hizo una rápida llamada de teléfono a uno de los prospects, Johnny ya tenía plan para aquella noche, el prospect obedeció la orden de Johnny.
Cuando el día acabó, y tras su ensayo diario, Annie buscó a Johnny en el garaje de la casa, estaba limpiando su moto. A su lado estaba el coche que había sido de su padre, había varias piezas de moto esparcidas por una estantería y un cuadro tipo "Hydra" apoyado en el suelo.
- Vaya, aún conservas el coche de tu padre, cuando fuimos al baile de fin de curso...
- Sí, nunca me desharé de el...
- ¿Qué pasó con Dawn?
- No digas nada a nadie, pero tengo comprada a la sheriff... cuando necesita información, pues hace que me detiene o algo así para disimular...
- Pensé que te habían pillado...
- A la sheriff no le conviene, si yo caigo, ella caerá detrás de mí.
Annie empezaba a tener miedo de vivir en Fairmont, no recordaba una época tan violenta, apenas se atrevía a ir sola a trabajar...
Al anochecer, Johnny se marchó de la casa, le dijo a Annie que salía a una reunión del MC. En un cruce había quedado con Ritchie y Jack, ya estaban esperándolo. Johnny rodaba de líder, flanqueado por sus dos fieles escuderos. 

Llegaron a una ferretería de las afueras, estaban a punto de cerrar. Una de las fuentes de financiación de los Spartans era el cobro por protección a varios comercios mediante la extorsión, el hecho de saber que si no les pagaban, el negocio acabaría en llamas era un argumento lo suficientemente capital como para que les pagasen. 
Entraron dando una patada a la puerta, la empleada estaba atemorizada, Johnny la encañonó.
- Cómo le des a la alarma, te mato. Vete de aquí ya mismo...
Ella huyó despavorida, Ritchie y Jack agarraron al dueño, lo acercaron a Johnny.
- Me debes dos meses, hijo de perra.
- No puedo pagarlos, los Aces también me amenazaron...
Johnny lo golpeó.
- A quien le tienes que pagar es a mí, ¡A MÍ! Tengo una idea, ya que no pagas, me podrás resarcir de otra manera, chicos, tiradlo al suelo y que no se mueva.
Ellos obedecieron, mientras tanto, Johnny empezó a ojear una serie de martillos que había a su izquierda, allí, había una gran maza, la cogió y pidió a Jack que se separase un poco, Johnny alzó la maza y la dejó caer sobre las piernas del dueño de la ferretería, partiéndoselas. El hombre no dejaba de gritar de dolor, ellos decidieron irse, la lección parecía que la había aprendido.
Al volver a casa, Annie estaba en cama, leía un libro. Al ver a Johnny dejó la lectura.
- Menos mal que has vuelto, estoy empezando a tener miedo si me quedo sola.
- Lo siento, no quería... ¿saber usar un arma?
- ¿Qué?
- ¿Sabes disparar o no? 
- Sí, mi padre me enseñó, también me enseño a andar en moto...
- Perfecto, si necesitas protegerte, guardo el Magnum 44 de mi padre en la mesilla que está a izquierda.
- No soy una pistolera, Johnny.
- Ya, pero si necesitas protección y yo no estoy...
A Annie la idea no parecía convencerla, pero Johnny tenía razón. antes de quedarse dormida, siguió dándole vueltas a esa idea.
Al día siguiente, tendría la tarde libre, una tarde que pasaría con Johnny en el bar de los Spartans, le había dicho que tenía una reunión con gente de Los Ángeles.
Poco antes de las cuatro, un Cadillac Escalade de color negro aparecía ante la puerta del bar, detrás de él una limusina Cadillac también negra se detenía. Del todoterreno se bajaón tres hombres de traje, uno de ellos abrió la puerta trasera de la limusina. 
A través de la puerta, se vieron unos altísimos tacones, se bajaba una mujer. Annie se quedó impresionada, nunca había visto una mujer joven así, iba caminando muy erguida, como una modelo, vestía un carísimo traje de pantalón blanco, muy elegante. Lucía un anillo en su mano izquierda y el colgante que llevaba puesto parecía de oro blanco y con pedrería. Era una mujer espectacular, rubia, Annie no pudo evitar los celos ante una mujer tan sofisticada y espectacular como aquella, se aferró al brazo de Johnny en un intento de demostrar que ella era la novia de Johnny. 
- Bienvenida a Fairmont, Kayden.
La mujer se paró a escaso centímetros de ellos, se quitó las gafas de sol mientras hacía un gesto para colocar su pelo en la posición correcta, tenía unos espectaculares ojos verdes. Annie se fijó en que llevaba unas larguísimas uñas con manicura francesa.
- Gracias Johnny, siempre es un placer.
- Te presento a Annie, mi novia.
Kayden se acercó a Annie, le dio un leve beso en la mejilla, luego se dirigió a Johnny y le dio otro.
- Enhorabuena Johnny, es una mujer preciosa.
Aquello le pareció un chiste a Annie, no sabía si aquél maniquí estaba teniendo un ataque de compasión hacia ella o si lo decía realmente en serio.
- Annie, ella es Kayden D'Amico, una vieja amiga. Vamos hacia mi despacho, arriba tenemos un negocio entre manos. ¿Nos acompañas, Annie?
- No, mejor no.
- Puedes venir, no oirás nada que te escandalice -dijo Kayden-.
- No gracias, no quiero meterme en vuestros asunto.
Dijo esa frase mordiéndose un poco la lengua, ella desconfiaba de Kayden, en verdad le hubiera gustado decir un "cállate zorra".
Ambos subieron al despacho de Johnny, él alargó una silla a Kayden, se sentó y comenzó a hablar.
- Annie es una belleza, parece agradable, estaba un poco tímida...
- No, tenía celos, la conozco, tiene miedo a que me seduzcas.
Kayden se echó a reír escandalosamente, Johnny no era su tipo, pero si era un buen socio comercial.
- No he venido aquí a hablar de asuntos sentimentales, vengo a proponerte un negocio.
- Tú dirás...
- Mis hombres en Las Vegas tienen un problema, han robado en mi casino, sé que han sido los Farnelli, mi plan es reventar la caja fuerte de su casino y levárnoslo todo. Saldríamos de allí como agentes de seguridad, escoltando el blindado que todos los jueves recoge la recaudación. El resto del plan, los planos del casino y esas cosas están todas preparadas, sólo necesito gente de acción, y por eso pensé en tí y tus chicos.
- ¿Cuánto sería el golpe?
- El mayor de nuestras vidas, más de quinientos millones de dólares. ¿Qué me dices?
- Cuenta conmigo.


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