lunes, 23 de septiembre de 2013

Capítulo 4: Un golpe del pasado

Annie nunca había imaginado que pudiera irse de casa de esa manera. Johnny la veía deambular por el pasillo de la casa, con la mirada perdida, cabizbaja. Estaba confusa y perdida, no podía dejar de mirar las cajas que contenían sus cosas. Toda su vida reducida a unas míseras nueve cajas.
Una de ellas la cogió con mucho mimo, avisó a Johnny de que esa caja contenía cosas muy frágiles. Después de organizar un poco su nueva vida, Annie decidió acostarse. Llevaba mucho tiempo soñando con poder vivir con Johnny, pero no de esa manera. Tumbada en la cama de Johnny y rodeada por su brazo, empezó a llorar desconsoladamente.
- Annie, ¿qué te ocurre?
- Nada...
- Entonces, ¿por qué demonios lloras?
- Dios, no puedo creer que esto haya sucedido...
- Debes arreglar las cosas con tu madre...
- ¡No! Eso jamás...
- No sabes lo que dices. Tu madre es única, estará deseando que vuelvas con ella.
- Lo dudo...
- No, ojalá yo tuviese a mi madre aquí, ni te imaginas cuanto la echo de menos. Pisa tu orgullo y habla con ella. No la pierdas en vida, si tienes que perderla, que sea dentro de muchos años cuando ella sea muy mayor.
- ¿No me apoyas en esto?
- Claro que sí, me encanta que vivas aquí, pero eso no es excluyente de que no le hables a tu madre. Mañana iré yo a hablar con ella.
Aquellas palabras retumbaron en la mente de Annie, sin embargo, no les dio demasiada importancia.
A la mañana siguiente, Annie se despertó para ir al trabajo, no sin antes sacar algo de ropa de una de las cajas que había traído. Johnny ya se había levantado antes. Tras desayunar se despidieron y pusieron rumbo a sus destinos. Era una mañana de sábado, soleada y calurosa, típica de California.
Johnny llevó su Harley por el boulevard cercano a la playa. Muchas chicas guapísimas en bikini jugaban al voleibol, otras, patinaban y sonreían al paso de la moto del presidente de los Spartans. La intención de Johnny estaba muy alejada de la de ver aquellos preciosos, quizás retocados y bronceadísimos cuerpos femeninos, estaba siguiendo un coche. Allí, en el aparcamiento del centro comercial Bayshore Mall vio el Ford Fusion que buscaba. El coche estaba tomando la salida hacia la carretera 27, Johnny apuró un poco el puño de su moto y se puso a su lado en el semáforo de Oak Hills. Johnny golpeó la ventanilla del conductor, su chófer era Dawn Faulkner, llevaba a su pequeña hija en una sillita a su lado.
Ella miró muy asustada a Johnny, la cara de él no presagiaba nada bueno...
- Johnny, me están...
- Lo sé, Asuntos Internos la sigue... -en ese momento Johnny sacó un sobre del interior de su chaleco y lo lanzó al interior de coche-. Ahí tiene todo lo que necesita, y un par de cositas más que le pueden ser útiles. ¡Ah! Y como esta noche mueva un solo agente por la zona de Fairmont Industrial Docks, rece para que su hija tenga un buen hogar de acogida...
Un nudo se formó en el estómago de Dawn, que condujo unos pocos metros hasta detenerse en otro aparcamiento. Abrió el sobre que Johnny le había entregado, era una lista de los apoyos de los Aces MC. Dawn no podía creer que tanta gente estuviese apoyando a los Aces. El papel ponía una lista de nombres y motivos:

- James Carrington, constructor. Busca edificar en Fairmont un enorme complejo hotelero. Apoyando a los Aces en su guerra contra los Spartans consigue bajar el precio de los terrenos.
- Interpol
- FBI
- Jeff Sterling, policía, motivos personales.
- Estamos investigando quien es su apoyo principal, éstos no lo son.

Además de eso, Johnny había enviado unas fotos del Fiscal Steinberg en situaciones comprometedoras. Antes de arrancar, Dawn miró si alguien la seguía, si Johnny pudo encontrarla en su día libre, era posible que la estuviesen vigilando.
Por su parte, Johnny había llegado a casa de los Williams, llamó a la puerta, la madre de Annie abrió. Al ver a Johnny empezó a gritar.
- ¡Fuera de aquí! Ya tienes a mi hija, ¿qué cojones quieres ahora?
- Hablar con usted.
- Claro, los Spartans ahora se acuerdan de que existo... ¿Dónde está el dinero que le prometiste al padre de Annie?
- Usted nunca fue a recogerlo, supongo que aquellos doscientos mil dólares habrán dado unos rendimientos pequeños, pero ahí están.
En ese momento la señora Williams dejó de gritar y empezó a ponerse nerviosa. Siempre había reprochado al padre de Johnny que había engañado a su difunto marido sobre el dinero, también pensaba que Johnny se lo había quedado. 
- Los Spartans robastéis el dinero a mi marido, la compañía de seguros que cubría a los trabajadores del taller nunca me contestó al teléfono...
- Claro, por que esa compañía no existe, y el teléfono es falso, déjeme entrar y se lo demostraré.
La señora Williams cedió e hizo entrar a Johnny, le trajo el contrato del seguro y se lo enseñó.
Johnny ojeó el papel y comenzó a hablar.
- ¿De veras que el nombre Stromberg Insurance Company of Fairmont no le suena?
- No.
- Es una tapadera. Verá, coja las letras S, M, C, F y O...
- No veo nada raro.
- Son las siglas de Spartans Moto Club, Fairmont Original. Cuando quiera recoger su dinero, avíseme. Se lo hemos estado guardando para cuando lo necesitase. Pero vine aquí por Annie.
La señora Williams empezó a llorar, ahora entendía las palabras de Johnny. Él había cumplido la promesa de que cuidaría a la familia Williams.
- ¿Cómo está? ¿Ha tomado su medicación?
- ¿Qué?
- Sí, Annie está enferma del corazón desde niña. No es nada grave, pero debe medicarse todos los días.
- Sí, la he visto tomar unas pastillas durante el desayuno, me dijo que eran vitaminas...
- Así es Annie, no quiso preocuparte.
- Lo que quería decirle es que debería hablar con ella, está muy disgustada...
- Pobre, he sido tan injusta con ella y contigo...
- No, conmigo no, realmente Annie se merece alguien mejor que yo. Intentaré que cambie de opinión y venga a hablar con usted.
Tras decir eso Johnny le dio la clave de acceso al dinero y se fue. Se montó en su Harley y puso rumbo al LeRoy's Diner. Allí, Beth la otra camarera atendió a Johnny.
- Hola Johnny, ¿te quedas a comer o te marchas?
- Me quedo, ojazos. ¿Qué me recomiendas hoy?
Beth no pudo evitar ruborizarse, Johnny siempre piropeaba a Annie y Beth, ellas sabían que no iba con mala intención, era la manera de Johnny de mostrar afecto.
- ¡Eh! No sigas así, ya sabes que Annie es muy celosa y si ve a su novio piropeándome, nos matará, jajajajajaja. A ver, hoy tenemos el chili especial de la casa, dice la señora Roberts que te encanta...
- ¡Ah! Entonces quiero chili y para beber, una cerveza de las grandes.
- Ahora te lo traigo.
Beth volvió a la barra, entró a la cocina y a los pocos segundos salió LeRoy Roberts a hablar con Johnny.
- Enhorabuena, no has podido encontrar una chica mejor que Annie. Está dentro ayudando a preparar el chili a Faye, supongo que saldrá ahora a traerlo, con la escusa de que le parece fuerte...
- Bueno, ya sabes que es muy delicada...
- Sí, y una gran mujer, cuídala mucho.
Entonces apareció Annie con la comida de Johnny.
- Hola -dijo mientra le daba un beso-. Espero que te guste, es el primero que hago yo.
- Está bueno... muy bueno...
- ¿Pero cómo puedes comer eso? A mi me lloran los ojos cuando la señora Roberts hace el suave, y con ese casi me desmayo, me arde la cara sólo de cocinarlo...
- Es que es para hombres, jajaja.
- Eres un animal... Hoy salgo pronto, ¿te veré en casa?
- Sí, aunque a la noche tengo que hacer una cosa con los chicos, pero cuando salga del MC, volveré a casa aunque sólo sea para darte un abrazo. Tengo que dejarte, la reunión del MC es dentro de nada.
- Vale, hasta luego.
Johnny observó que mientras despedía a Annie con un largo beso, LeRoy, Faye y Beth los miraban. Él salió hacia la sede del MC, al llegar varios miembros lo estaban esperando. Entraron a la sala de reuniones y allí Johnny empezó a hablar.
- Esta noche entraremos en los almacenes de Fairmont Industrial Docks, la mercancía de los Ace ha llegado y nos haremos con ella. Necesito que cuatro de vosotros hagáis guardia en la puerta de los almacenes, el resto entraremos al asalto saltando los muros traseros, que son de poca altura, nuestra misión será eliminar a todo Ace que esté allí. Seguid a Jack, el repartirá las armas. Jack y Ritchie serán los francotiradores, yo lideraré el asalto.
Bajaron al sótano y repartieron las armas. Johnny se reservó un fusil M4 con lanzagranadas tipo M203 y una pistola Desert Eagle. Tras una larga explicación del plan de asalto, abandonaron la sede. Fuera estaban los todo terreno que usarían para el asalto, cuatro GMC Suburban de color azul marino.
Johnny volvió a casa, antes de cruzar el umbral de la puerta, oyó música, pero era muy diferente al Heavy metal que él solía escuchar. Era música clásica, parecía un concierto de violín.
Al llegar al salón encontró a Annie totalmente concentrada tocando, era algo mágico, tenía los ojos cerrados, parecía flotar sobre el suelo. Su melena cubría parte de su cara, pero aún así Johnny podía observar que la mente de Annie estaba totalmente centrada en las cuerdas del violín. Cuando acabó, vio a Johnny apoyado en el marco de la puerta, sintió un poco de pudor.
- ¡Qué bien tocas!
- Que vergüenza... gracias.
- Deberías hacer una audición para una orquesta y no malgastar tus dedos preparando chili en un restaurante.
- Ya, pero necesito el dinero...
- No te preocupes por eso, he hablado con tu madre, ella quiere que vuelvas a hablarle, ahora ella no me odia.
- ¿Qué? -dijo con una mezcla de alegría y asombro- ¿Por qué has hecho eso?
- Sí, está deseando hablar contigo.
- Bueno, mañana me pasaré por allí, gracias por todo.
Tras aquella conversación y la cena, Johnny esperó a que viniesen a recogerlo para el asalto. Los chicos llegaron puntuales, traían las armas de Johnny. En menos de diez minutos, estaban el los almacenes de Fairmont Industrial Docks. Todos corrieron hacia sus puestos. Johnny lanzó un silbido y la horda de Spartans comenzó a saltar los muros y a disparar a todos los Aces que vieran. En menos de diez minutos tenían todo bajo control, el camión con el contenedor de armas ya iba en dirección al taller de los Spartans. Johnny empezó a mirar a los Aces que habían capturado con vida. Jack iba con él.
- Johnny, este tío estaba cuando te dieron la paliza.
- Ah sí...
Entonces sacó su Desert Eagle, la cargó, y disparó en la frente al Ace. Siguió así con otros dos más. Cuando ejecutó a los que le habían pegado, mandó meter al resto de Aces en una nave cercana y colocaron unos bidones de gasolina cerca. Johnny cogió su M4 y disparó una de las granadas M203 hacia los bidones, todo estalló en llamas.
Mientras llegaba a casa, no le remordía la conciencia el hecho de haber quemado vivas a varias personas. Cuando abrió la puerta de su casa, Annie ya se había acostado. Él se tumbó en la cama, a penas se había descalzado, una llamada de teléfono rompió el silencio de la habitación e hizo que Annie se despertase.
- Johnny, soy Jack, tenemos a una rata en el sótano del MC, si quieres ven a eliminarla...
- Voy ahora.
Johnny colgó el teléfono. Annie miraba a Johnny con los ojos entrecerrados.
- ¿Ya te vas, Johnny?
- Sí, tranquila vuelvo ahora.
Johnny besó delicadamente a Annie y se marchó. Tenía una cita con su pasado, una deuda que llevaba mucho tiempo cobrar, y los intereses de la misma, serían excesivamente altos...

lunes, 16 de septiembre de 2013

Capítulo 3: La decisión de Annie


Dentro de la ambulancia, Annie no soltó ni por un segundo la mano de Johnny. Dawn no dejaba de mirar la escena, no concebía como una mujer podía amar a una bestia como él.
Al cabo de unos minutos llegaron al Fairmont Heritage Hospital, bajaron a Johnny de la ambulancia y se lo llevaron a un box. A Annie se le rompió el alma cuando no le dejaron pasar con él.
Durante la espera los segundos le parecían horas, las horas días. Dawn, viendo el creciente nerviosismo de Annie, decidió hablar con ella para distraerla.
- Annie, me gustaría hablar contigo, de mujer a mujer.
- ¿Si?
- Verás, llevo dándole vueltas a una cosa y... no logro entenderlo, voy andarme sin rodeos, ¿estás enamorada de Johnny?
- Sí, llevamos muy poco tiempo juntos -rompió a llorar- y ya voy a perderlo.
Dawn abrazó a Annie, intentando consolarla.
- Ya verás como Johnny se recupera, es muy fuerte, en menos de un mes, ya estará sobre su Harley. 
- Eso espero...
- Sigo sin entender que viste en él...
- Mira Dawn, todo el mundo ve en Johnny a una bestia, a un asesino, yo siempre vi algo más en él. Siempre me protegía, me cuidaba y si era carñoso con alguien, lo era conmigo.
- Yo sólo conozco al Johnny líder de los Spartans, al que en el insti le dio una paliza de muerte a un quarterback que te llamó puta...y, bueno, recuerdo algo bonito de él. Una vez me castigaron, fui a la sala de castigo, con el profesor Burton, ¿lo recuerdas? -Annie asintió-, y a l cabo de un rato llegó Johnny, con el chaleco de los Spartans, aún ponía que era un prospect. Allí también estaba aquel chico que era muy poco sociable, aquel cerebrín... ¿cómo se llamaba?
- Jimmy, Jimmy Pearce, le llamaban "la computadora".
- ¡Ese! Johnny se sentó a su lado, Jimmy se asustó mucho. Johnny miró su cuaderno y le preguntó qué hacía, Jimmy le contestó, era algo de matemáticas. Johnny le pidió que le enseñase a estudiar. Pensé que le pegaría... pero quería ayuda... hace un par de años vi a Jimmy, que ahora vive en Palo Alto, me preguntó por Johnny, según él, Johnny fue de los pocos abusones del instituto que lo defendía.
Ambas empezaron a recordar anécdotas que desmontaban la idea de que Johnny era un ser sin corazón. En el fondo, tenía un sentido de justicia o nobleza, siempre ayudó al que era más débil que él si era atacado. 
En la mente de Dawn Faulkner, Annie era una buena chica enamorada de un mal chico. Le parecía la típica serie para adolescentes en que ella intenta encarrilar al chico al buen camino.
El médico apareció en la sala, Annie se puso de pie como accionada por un resorte.
- ¿Son familiares de John Davenport?
- No -dijo Annie-, soy su novia, soy la única familia que tiene...
- Perfecto, mire, su vida no corre peligro, pero está grave. Tiene una pierna rota, la mano derecha y tres costillas rotas también. Le han dislocado la mandíbula y ha perdido tres dientes, es casi milagroso que haya sobrevivido a un ataque tan brutal con lesiones internas tan leves...
- Annie, te dije que se pondría bien...
- Lo subiremos a una habitación, si quiere acompañarnos... ¡Ah! No se asuste si no reacciona, lo hemos sedado.
La sheriff Faulkner se despidió de Annie, prometiéndole que volvería por el hospital.
Annie acompañó al médico, siguiéndolo por un pasillo bastante oscuro para ser de un hospital. Al llegar junto a la camilla de Johnny, no pudo evitar volver a llorar. Estaba entubado, su brazo izquierdo colagaba de la camilla, los nervios pudieron con ella y empezó a chillar.
- ¡Cómo pueden tenerlo así! Es un hombre, no un saco de patatas. ¡Qué poco respeto!
- Señorita, tranquilícese, el brazo se le ha movido ahora mismo, al mover la cama, tranquila...
Subieron a Johnny a una habitación individual. Annie cogió una silla y la colocó al lado de la cama de Johnny, sentía que no podía dejarlo solo.
Pocos minutos después un golpe en la puerta hizo que Annie dejase de mirar a Johnny. Acababa de entrar Jack, sus manos estaban ensangrentadas, y en su cara también había había salpicaduras de sangre.
- ¿Qué ha pasado?
- He ido a por los que le han hecho esto a Johnny, eran diez tíos, sólo pude cargarme a dos, el resto escapó... pensé que ya estaría consciente y le gustaría saber lo que hice. He llamado al resto del MC, nos turnaremos todos para cuidarlo y vigilar que no entre ningún indeseable. Si quieres volver a casa...
- No -interrumpió Annie-, prefiero quedarme, no quiero dejarlo solo. 
- En algún momento tendrás que descansar...
En ese momento ocurrió en milagro, la mano que sostenía Annie empezó a mover sus dedos, el sonido del electrocardiograma empezó a acelerarse, Johnny empezó a abrir sus ojos. Jack salió corriendo al pasillo en busca de un médico.
Johnny miró la habitación con los ojos semicerrados, estaba confuso, giró su cabeza a un lado y vio a Annie.
- ¿Dónde estoy?
- Johnny... estás en el hospital, no lo recuerdas...
- ¿Tú quien eres? ¿De qué me conoces? 
En ese momento Annie rompió a llorar, casi no le quedaban lágrimas, era una de las peores noches de su vida.
 Dos médicos y una enfermera entraron corriendo en la habitación. Annie les señaló que parecía amnésico antes de que la echasen de la habitación. Ella oía a Johnny gritar, muy alterado, pedía que lo dejasen en paz.
- Annie, ¿qué ha pasado ahí dentro?
- Johnny no me conocía.... 
Jack la miró preocupado. La salida de los médicos de la habitación y el cese de los gritos de Johnny lo sacaron de sus pensamientos.
- Doctor, ¿está bien?
- Sí, el scaner no muestra ninguna lesión cerebral, la amnesia es temporal, necesita descansar, no se preocupen, mejorará.
El médico se marchó por el pasillo y Annie entró. La enfermera seguía allí. A Annie se le cayó el alma a los pies al ver la escena. Johnny estaba dormido, la enfermera estaba amarrando sus brazos y piernas con unas correas, como si se tratase de un animal. 
- ¿Eso es necesario?
- Sí, es por su bien. Si ve que al despertarse no reacciona bien, llámenos inmediatamente.
Annie asintió. Jack entró en la Habitación y se apoyó en una de las paredes. Miraba a la cama y no dejaba de agitar la cabeza de manera furiosa. 
- No puedo verlo así, ¡joder! Voy a bajar a por un café, ¿necesitas algo Annie?
- Si no te importa traéme uno, solo por favor.
Jack salió de la habitación, al poco rato entró con dos humeantes cafés y un donuts en una bandeja de cartón. Le ofreció el donuts a Annie, que lo rechazó, a pesar de morirse de hambre, Jack insistió y ella cedió entonces.
Poco antes del amanecer Johnny volvió en sí.
- Annie, ¿estás ahí?
- Sí, dime Johnny.
- Dame un poco de agua, por favor.
Ella se levantó de la silla y cogió la botella de agua que había sobre la mesilla, la abrió, llenó un vaso y se acercó a la cama.
- Tendrás que dármelo tú, yo estoy amarrado...
- No te preocupes...
Ella acercó el vaso a los labios de Johnny, le ayudó a beber, cuando terminó, se quedó un rato mirando, sonriendo. No pudo aguantar la tentación y acarició con dulzura a Johnny.
- Annie, gracias por todo.
- De nada.
- Deberías volver a casa y descansar, no aguantarás el turno del restaurante.

Se le había olvidado que tenía que ir a trabajar. Ella decidió marcharse, pero en ese momento, LeRoy, entraba por la puerta de la habitación, le dijo a Annie que llamaran a su madre y así se enteraron de lo que le había pasado a Johnny. Ella decidió marcharse corriendo a casa.
Al llegar a su casa, Annie se dio una rápida ducha, su madre no estaba en casa, la llamó y se fue corriendo al trabajo. No dejó de pensar en Johnny. La Señora Williams le dio permiso para marcharse antes de tiempo. Antes de ir al hospital, decidió pasar por la casa de Johnny. Aún tenía la bolsa con su ropa, decidió poner la lavadora antes de irse.
La casa estaba bastante ordenada. Annie abrió la bolsa y metió parte de la ropa en la lavadora, salvo el chaleco de cuero. Se quedó durante un rato mirando los parches que llevaba bordados. En la espalda, el logo del MC, rodeado por arriba por otro con el nombre de la banda y abajo con otro que ponía California. Delante, sobre el hombro izquierdo un parche que ponía "Fairmont Original" y en el derecho otro que rezaba "Presidente". Cada miembro llevaba un parche con el rango que ocupaba en el MC. 
A Annie le resultaba una pieza de ropa realmente pesada, decidió guardarla en el armario de la habitación de Johnny. 
De pronto, al entrar, una mano la empujó tapándole la boca, notó que el cañón de un arma estaba rozando su nuca. A los pocos segundos, esa mano la soltó.
- Joder Annie, me has asustado. ¿Qué haces aquí?
- Tu a mi también, Ritchie. Venía a traer estas cosas de Johnny...
- Vale, pensé que eras un ladrón, aquí hay... bueno... cosas... Estoy vigilando la casa.
- No te preocupes, ya me marcho al hospital.
Annie salió de allí rápido, aún le temblaban las piernas. Llegó al hospital y corrió a junto de Johnny. 
Él estaba incorporado en la cama, hablaba con Jack y su novia, Andrea. Ellos se giraron y saludaron a Annie, que corrió para besar a Johnny y deshacerse en cuidados hacia él.
Al poco rato, llegó la sheriff Faulkner. Johnny pidió quedarse a solas con ella.
- Johnny, han aparecido dos Aces muertos...
- Ve, cuando alguien me toca, hay gente dispuesta a matar por mí.
- Lo sé, sé que compensa estar de tu lado, pero quiero pedirte una cosa.
- ¿Qué?
- Procura que esta mierda no salpique a Annie, ella te quiere mucho...
- Eso ya lo sabía... mientras yo estoy aquí, hay gente que está cuidándola, por eso no tengas miedo.
- Yo haré lo que pueda.
- Eso espero, de todas formas, cuando salga de aquí, tengo un par de cosas que comentarle, sé quienes son los apoyos de los Aces, pero ya se lo diré en otro momento.
Entonces, Dawn decidió dejar la habitación, al montarse en el coche patrulla, un hombre de traje golpeó la ventanilla.
- ¿Sheriff Dawn Faulkner? 
- Soy yo.
- Soy Jeff Sterling, de Asuntos Internos, ¿qué estaba haciendo aquí?
- No es asunto suyo, pero como me conviene decirlo, ahí va, le he tomado declaración a una víctima de agresión...
- Johnny Davenport, ¿verdad?
- No...
- Sé que tiene tratos con los Spartans, esto puede costarle el puesto, ¿lo sabe?
- Piense lo que quiera, pero no soy una vendida. Me voy a mi oficina, si quiere algo, ya sabe donde estoy.
La sheriff volvió a su oficina con la misma lucha interna que cuando aceptó el soborno de Johnny.
Dos meses después, Johnny abandonaba el hospital, reunía a los Spartans en la sede y les dijo:
- A todo Ace que encontréis, matadlo. Si lo dejáis con vida, hacedle el mayor daño posible, para que vean que no andamos con juegos. Nuestros colegas rusos nos han informado que los Aces han comprado una partida de armas a la mafia. Ese cargamento llega en dos días al muelle de Fairmont, nuestra misión es hacernos con él. Si allí está Ken, dejádmelo a mí... no pararé hasta destriparlo con mis propias manos.
Por su parte, la relación de Annie con su madre nunca había estado tan mal. En pocos días, las cosas se deterioraron de tal manera que casi ni se hablaban, la noche de la reunión de los Spartans, Annie no pudo más.
- Mamá, ¿qué te pasa?
- Que qué me pasa, nada, sólo que mi hija es la novia del asesino de Fairmont, que pasa horas cuidándolo sin darse cuenta que él la utiliza...
- ¡Johnny no es así! ¡Me quiere!
- Ya, me conozco a los Spartans, cuando necesites algo de ellos, pasarán de tí, como hicieron con tu padre...
- ¡No metas a papá en esto! Johnny no es un asesino, él me defendió siempre, incluso cuando intentaron violarme... No pienso dejarlo sólo por que tu lo odies.
- Bien, ¡Tú te lo has buscado! Elige, o tu madre o ese asesino, ¿con quién te quedas?
- Lo siento mamá -dijo entre lágrimas-, me quedó con Johnny. No volverás a verme.
Esa misma noche, Annie se instaló en casa de Johnny. Él pensaba que era un error, nunca había tenido una auténtica familia. De todas maneras, intentó apoyar a Annie en la que fue la decisión más difícil de su vida.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo 2: El primer golpe


La pelea entre Johnny y Ken desembocó en una batalla campal, los Aces legítimos y los Steel Eagles se apartaron de las lucha, pero los Spartan dejaron claro su potencial. Al final, lograron separar a ambas bandas, sin embargo, Johnny, se acercó empuñando su navaja de manera amenazante a los Aces renegados gritando:
- ¡Poned un pie en Fairmont y os arrancaré las entrañas!
Al acabar aquel encuentro, los Spartans volvieron a Fairmont. Rodando en grupo con sus Harley, en formación de delta, Johnny lidera el grupo, Jack y Ritchie lo flanqueaban. Más de cuarenta centauros del asfalto que atronaban el paisaje al ritmo de las explosiones de sus bicilíndricos.
Johnny no podía ocultar su preocupación, sólo quería llegar a Fairmont y empezar a preparar a sus hordas, nadie, absolutamente nadie, podría hacerse con el control de Fairmont.
Ajena a todo lo que había pasado aquel fin de semana en las cercanías de Los Ángeles, hechos que afectarían a la historia del apacible condado de Fairmont, la teniente Dawn Faulkner tomaba oficialmente posesión de su cargo como Sheriff, si bien, Blackwell se mantendría en el cargo un poco tiempo más. 
Sabiendo que los Spartans controlaban la práctica totalidad de las actividades ilícitas de Fairmont, quiso repasar las fichas policiales de sus miembros más importantes, empezó leyendo la ficha de Johnny.

John "Johnny" Davenport
Otros alias: "El carnicero", "Chainsaw Johnny".
Edad: 29 años
Estatura: 1, 96 m.
Raza: Caucásico
Color de ojos: Castaños
Pelo: Moreno
Piel: clara
Primera detención: a los 14 años, por agresión
Historial criminal:
- 145 delitos de agresiones
- 162 delitos de coaccion y amenazas
- 19 huídas del correccional estatal de California
- 1 asesinato
- 2 homicidios consumados
- 20 delitos de robo
- pertenencia a banda armada
- tenencia ilícita de armas/posesión de armas ilegales
- obstrucción a la Justicia
- resistencia a la Autoridad
- embriaguez pública
Veces detenido: 120
Buscado en los Estados de California, Nevada, Florida, Nueva Jersey, Nueva York.
Relacionado con grupos mafiosos/terroristas de Rusia, Irlanda del Norte, España e Italia.
Suministrador de armas a otros capítulos de los Spartans MC y a los grupos criminales arriba expuestos.
Exige fidelidad absoluta a los miembros de su Club.
Extremadamente violento y peligroso. Acostumbra a ir armado.

Al leer estos datos, a Dawn Faulkner se le hizo un nudo en la garganta. Empezó a creer que el puesto de Sheriff le quedaba grande. Se sintió decepcionada al saber que a quien consideraba su mentor era un vendido. No podía creer que Blackwell, el aparentemente perfecto Sheriff, estuviese comprado por los Spartans. Recordó lo que él le había dicho: respeta a los Spartans si quieres que ellos te respeten a tí. No te muestres débil ante ellos o te comerán viva.
Blackwell le había enseñado que dejarte untar por los Spartans podía ser útil, ellos cobraban a los negocios locales por protección, los delitos se habían reducido, todo el mundo les tenía miedo, así la policía no tendría que hacer nada. Dawn se sentía confusa: no sabía si obedecer al juramento que había hecho de proteger y servir, o ser una corrupta como lo había sido su predecesor en el cargo. De todos modos tendría que hablar del tema con Johnny.
Para Annie, aquel fin de semana había sido tranquilo. Habló con se madre de su agresión y de Johnny. La señora Williams odiaba a Johnny y al MC, consideraba que los Spartans habían arruinado la vida de su marido, en especial el padre de Johnny. Para ella, Johnny era el mal en forma de hombre. Lo que más temía en el mundo era que su dulce hija se enamorase de una bestia como Johnny.
Annie deseaba volver a ver a Johnny, ella sabía cómo era él, pero con ella Johnny siempre había sido correcto, si había sido cariñoso con alguien, lo fue con Annie. Desde hacía muchos años, Annie estaba enamorada de Johnny, nunca se atrevió a decirle nada porque esperaba a que él diese el primer paso, sabía que nadie la trataría como Johnny lo haría, aunque el hecho de que él no se declarase, la quemaba por dentro. La llamada de Johnny diciéndole que acababa de llegar de Los Ángeles y que aquella noche quería verla, hizo recuperar a Annie la ilusión de que aquella noche sí pasaría algo, estaba decidida, si él no daba el primer paso, lo daría ella.
Johnny llegó a Fairmont, lo primero que hizo fue ir a su taller, estaba en la parte de atrás del edificio que oficiaba de sede del MC. Repasó visualmente las motos en las que estaba trabajando, era de los mejores customizadores de motos. Se paró unos instantes ante alguno de los coches que estaban restaurando, especialmente el Chevelle SS454 descapotable que había sido de su padre. Salió del taller hacia la explanada en la que aparcaban las motos y coches que reparaban en el taller. Se fijó en que tanto las verja estaba cerrada y las alambradas no habían sido forzadas, se aseguró de que no había nadie por la calle. Bajó las escaleras que llevaban a los sótanos del edificio donde estaba la sede del club. Era un edificio de tres plantas. En el bajo estaba el bar, en el primero el salón de reuniones y en los dos superiores había habitaciones por si algún miembro tenía que dormir allí. Abrió el candado y el cerrojo que cerraban la puerta. Entró en el sótano y antes de cerrar la puerta accionó el interruptor de las luces. Caminó por el oscuro pasillo y abrió una de las puertas, volvió a accionar un interruptor y las luces mostraron una habitación enorme. Era el arsenal de los Spartans. Rifles AK, M16, M4, HK Mp5, Uzis, pistolas y revólveres de varios modelos y clases... Johnny tenía un arma en casa, pero la visita al arsenal era para vigilar que todo el armamento estuviese en buen estado. No sabía cuando tendría que utilizarlo y era mejor que estuviese en buen estado.
Tan pronto como salió de allí, vió a Annie que se dirigía al trabajo, se paró a saludarla y de prontó irrumpió la Sheriff Faulkner, apuntando con su arma a Johnny:
-¡Johnny Davenport! ¡Alto! Quedas arrestado.
Johnny no opuso resistencia, sabía de que iba el juego. Mientras lo conducían al coche y le explicaban sus derechos, él miró a Annie y le dijo que no se preocupase, que aquella misma noche iría a recogerla para ir a la feria. Al llegar a la comisaría, metieron a Johnny en una de las salas de interrogatorio. Disimuladamente, Dawn apagó los micros y las cámaras de la sala. Entonces entró.
- Johnny, ¿sabes por qué estás aquí?
- Sí. ¿Qué ha decidido? ¿Cuál es su precio?
- Tres mil dólares al mes, en metálico. Prométeme que mantendréis Fairmont libre de toda la mierda que hay como lo habéis hecho hasta ahora.
- Perfecto, sales más barata que Blackwell. Sólo pido a cambio que nos deis carta blanca e impunidad respecto a los Aces.
- Haré todo lo que pueda.
- Más le vale...
En ese momento liberó a Johnny de las esposas y le dejó marcharse. Salió apresurado de la comisaría, corrió hacia el taller y se marchó de allí a lomos de su Harley. Annie ya habría acabado su turno en el restaurante y estaría en casa arreglándose. Era la gran cita, Johnny le había propuesto que fuese con él a la feria que se celebraba en Fairmont, así podría estar aunque fuesen cinco minutos con ella.
Llegó la hora de ir a recoger a Annie, cuando llegó a su casa, ella estaba esperando en el porche, se subió a la moto de Johnny.
Al poco rato de llegar a la feria, Annie vio un gesto de preocupación en Johnny, lo veía frío, distante.
- ¿Por qué te han detenido?
- Era una tapadera, estamos untando a la nueva sheriff y quería regatear su precio.
- Johnny, ¿qué ha pasado en Los Ángeles?
- Ten cuidado Annie, otra banda ha invadido nuestro territorio. Puede ser peligroso.
De la seriedad de las palabras de Johnny y de su mirada, veía un auténtico gesto de preocupación hacia ella.
- Johnny, ten mucho cuidado... por favor.
- No te preocupes por mí, se cuidarme yo solito.
- Johnny, ¿es que no lo entiendes? Tengo miedo a perderte.
La mirada de Annie se volvió triste, en ese preciso momento supo que ella sentía lo mismo que él.
No pudo aguantar un segundo más, Johnny se acercó a Annie, le rodeó la cintura y la besó, por fin, el momento que tanto habían estado esperando. Tras los segundos en los que sus labios estuvieron fundidos, Johnny susurró algo a los oídos de Annie. Ella asintió, cogió su mano y ambos caminaron hacia donde estaba la moto de Johnny. Aunque no los habían visto, las motos de Jack y Ritchie estaban aparcadas cerca de la de Johnny. 
Annie iba abrazada a Johnny mientras él cabalgaba a lomos de su corcel de acero con destino a su casa. Al llegar allí, Annie no pudo contenerse, se lanzó al cuello de Johnny y le sacó el chaleco de cuero que siempre llevaba puesto, identificativo de que era un Spartan. Al lanzarlo contra la pared, accionó la radio de manera involuntaria.
Entonces Johnny comenzó a desnudar a Annie, la tumbó sobre la cama y empezaron a hacer el amor. 
Al despertarse, Annie tenía la sensación de que aquello había sido un sueño, no podía creer que aquellas manos que había visto golpear con brutalidad, la habían acariciado con tanta dulzura aquella noche. Vio que estaba sola, temió que Johnny se hubiese aprovechado de ella para una noche loca.
Se levantó, se visitió y buscó a Johnny por la casa, él estaba afeitándose. Estaba desnudo de cintura para arriba. Ella vio sus tatuajes, el del brazo izquierdo era un dragón que le ocupaba la práctica totalidad del brazo, se enroscaba a lo largo de él y su cabeza estaba en la zona comprendida entre el hombro y el pecho. En el derecho, en el bíceps, tenía el escudo del MC. En su espalda, unas letras tipo gótico que rezaban: "Spartan 'till Death".
- ¡Buenos días!
En ese momento Johnny se giró, se acercó a Annie y la besó delicadamente.
- ¿Ya tienes que marcharte?
- Sí, mi madre estará preocupada.
- Necesito volver a verte.
- Podemos quedar esta noche, si quieres...
- Perfecto, iré a recogerte sobre las diez. Te quiero.
Annie caminó hacia su casa, era un tranquilo paseo de unos quince minutos. Al llegar a casa, mintió sobre donde había pasado la noche, y dijo que su móvil se había quedado sin batería.
Aquel día pasó de manera lenta para ellos, deseaban que la noche llegase para volver a verse. 
Johnny llegó para recoger a Annie, dieron un largo paseo por Staunton Beach. De pronto, Annie dejó de caminar, obsevó el cielo y pudo ver el centellear de una estrella fugaz.
- ¡Qué bonita! Pide un deseo, Johnny -dijo sonriendo-.
- No es necesario, te tengo a tí, ya se ha cumplido.
Annie empezó a notar un poco de frío, quería volver a casa. En la moto, se parapetó tras Johnny, protegiéndose de la corriente de aire. Johnny aparcó la moto, se bajó y acompañó a Annie hasta la puerta, le dio un beso de despedida, ella entró y el caminó hacia su moto.
Un silbido muy fuerte rompió el silencio de la calle, Johnny se giró y pudo contemplar un grupo de unos diez Aces que se acercaban lentamente a él. Annie salió a la puerta asustada por aquel fuerte silbido.
- ¡Entra en casa, Annie! Si pasa algo avisa a Jack y dile que venga aquí, él sabe lo que hay que hacer.
- Ten cuidado, Johnny.
Ella entró apresuradamente, apagó las luces del salón, para no ser descubierta.
El grupo había rodeado a Johnny, de pronto uno de ellos empezó a hablar.
- Vaya, vaya... Pero si está aquí Johnny Davenport...
Era Ken, llevaba la herida de la cara vendada. Johnny se percató de que no había cogido su arma, tampoco su navaja, pero llevaba consigo un puño americano, metió la mano en el bolsillo y lo colocó disimuladamente. Sabía de que iba aquello.
- ¡Os mataré a todos! -dijo Johnny propinado un puñetazo a Ken en la herida-.
Todos se lanzaron sobre Johnny, aunque era fuerte no podía hacer nada para defenderse, lo superaban en número.
Mientras Annie veía horrorizada como Johnny estaba tendido en el suelo, siendo molido a patadas, llamó a Jack primero y después a la policía. Johnny siguió recibiendo golpes hasta que el sonido de una Harley, las luces y la sirena de un coche patrulla llegaron allí, lo que hizo que los Aces huyeran. 
Annie salió corriendo a ver cómo estaba Johnny. Al verlo no pudo evitar llorar, estaba totalmente ensangrentado.
- Está muerto, ¡muerto! -gritó Annie, rota de dolor-.
- No, aún respira -contestó la sheriff Dawn Faulkner, que era la agente que iba en el coche patrulla-. ¡Hay que llamar a una ambulancia!
- Está avisada -sentenció Jack con su móvil en la mano-.
Jack cargó su pistola delante de Dawn, abrazó a Annie intentando tranquilizarla y le dijo muy seriamente:
- Mataré a esos hijos de puta, te lo prometo. No salgas de casa en todo el día, puede que vengan a por ti.
- Quiero ir con él... ¡no lo dejaré solo jamás!
Ella se había agachado, lo abrazaba, mientras la sheriff Faulkner mantenía sus dedos en las venas de Johnny para vigilar su pulso.
La ambulancia llegó, Dawn y Annie subieron en ella, Annie no dejaba de sujetar una de las manos inmóviles de Johnny.
La señora Williams miró toda aquella escena desde una ventana con una mezcla de rabia y alegría: le dolía que su hija le ocultase que su novio era Johnny y se fuese con él al hospital, pero nada le alegraría más que saber que el novio de su hija muriese de aquella paliza.

martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo 1: La veda queda abierta

El hombre llegó con su Harley-Davidson al aparcamiento del hotel que le habían indicado. Tal y como le habían dicho el coche de la persona a quien buscaba estaba allí.
Se bajó de la moto y caminó con paso decidido y firme hacia aquel BMW Serie 5, tomó el martillo con fuerza y propinó un fuerte golpe a la luna delantera, rompiéndola. Tras eso siguió con el resto de lunas del coche, para después pasar a la carrocería. Cuando se hartó de propinar golpes, sacó de un bolsillo una pequeña bolsa hermética, dentro contenía un paño empapado en gasolina, abrió la tapa del depósito del carburante y, con un mechero tipo zippo en la mano, prendió fuego al paño.
Mientras las llamas empezaban a devorar con ira aquel coche, el hombre, que era joven, se alejó del coche dirigiéndose hacia una persona que corría, gritando, en dirección al BMW en llamas, debía ser su dueño. Cuando estaban a la misma altura, el joven que había incendiado el coche agarró al hombre que corría con fuerza, tirándolo al suelo y, una vez lo redujo, le habló con voz intimidante.
- ¿Conoces a Jack Turner?
- ¡Mi coche! ¡Mi coche!
- Sólo lo repetiré esta vez, ¿conoces a Jack Turner?
- Sí, lo juzgan mañana...
- Pues recuerda que al lado de su nombre va la palabra "inocente".
- Yo...
- Eres miembro del jurado, como lo condenen, te mataré.
Tras decir eso, el joven propinó un fuerte golpe al dueño del coche en llamas, se montó en su moto y dejó el lugar del crimen envuelto por el fuerte ruido de su Harley. Tomó el cruce de la avenida Lincoln hacia la calle 23, parando en un restaurante que conocía muy bien, el LeRoy's Diner. Aparcó su moto y entró en el establecimiento.
- Buenas noches Johnny, ¿qué tomas hoy para cenar?
- Buenas noches señora Roberts, póngame un bocadillo de cornbeef  con pastrami para llevar, hoy ceno en casa.
- Vale, te lo pongo ahora. Deberías cenar como Dios manda, te estás quedando en los huesos...
- No se preocupe por mí, estoy bien. ¿Las chicas ya han salido?
- Beth hace rato que se fue, Annie todavía se está cambiando, hoy han trabajado duro. Si apuras aún puedes saludarla en la puerta de atrás.
Mientras la señora Roberts pronunciaba esta frase, Annie, la joven camarera, salía por la puerta trasera hacia el callejón que la llevaría a la calle Globe. Tan pronto como cerró la puerta, un empujón la derribó contra la alambrada del fondo.
- Dame lo que lleves encima, ¡ya!
- No tengo más que veinte dólares, toma, no me hagas daño, por favor.
- Bueno... tendré que conformarme con algo mas -dijo el atracador mientras la volvía a empujar-
En aquel momento Annie empezó a temer por su vida, sabía que iban a violarla, no podía defenderse, pero intuía que la atacarían hasta la muerte. Allí, nadie podría defenderla.
Todo parecía perdido hasta que vio como una mano tocaba el hombro de la persona que quería violarla, acto seguido, esa misma mano daba un puñetazo en la mandíbula del atacante de Annie.
Aquel defensor atacó con furia a aquel yonki que pretendía violar a Annie, tras golpearlo a puñetazos, le cogió la cabeza y le dio un fuerte rodillazo. El agresor cayó inconsciente al suelo. El defensor de Annie cogió aquel cuerpo inerte y lo arrastró hasta un contenedor de basura, abrió la tapa y arrojó dentro el cuerpo. Se giró y caminó hacia Annie, que paralizada por el miedo, resbaló por la alambrada. Intentaba mirar al hombre que la defendió. Era alto, musculoso, vestía unas zapatillas Converse negras, un pantalón vaquero con rotos en las rodillas, una camiseta del grupo de heavy metal Iron Maiden y un chaleco de cuero negro. En ese momento empezó a tener aún más miedo, temía que él fuera a atacarla. Las lágrimas le impedían ver bien el rostro de su defensor, que se había agachado. En ese momento Annie vio que aquel chico llevaba unas gafas de sol colgadas del cuello de la camiseta. Miró a sus zapatillas, tenían serigrafiadas unas llamas de fuego. El chico la miró y le habló con dulzura.
- Annie, ¿estás bien? ¿Te ha hecho daño?
Aún presa de los nervios, ella alcanzó a contestar unas palabras balbuceantes.
- John.... Johnny... ¿eres tú?
- Sí, soy yo -dijo, mientras abrazaba a Annie para tranquilizarla-, no tienes nada que temer.
- Llévame dentro, por favor.
Al ver que Johnny volvía entrar al restaurante con Annie, los señores Roberts, los dueños del restaurante, se alarmaron, aunque sabían que pasase lo que pasase, Annie estaría protegida por Johnny.
Johnny era lider de un Moto Club local, los Spartans MC, fundado por su padre en 1970, año que regresó de Vietnam. El MC tomó el nombre del batallón de artillería del cuerpo de Marines en el que había servido y pronto empezó a meterse en líos con la ley, el padre de Johnny, el primer presidente del MC, estuvo mucho tiempo en la cárcel, hasta poco antes de su muerte. A Johnny lo criaron los señores Roberts, LeRoy y Faye. Johnny fue un adolescente problemático, su madre murió cuando él tenía tres años, fue carne de reformatorio y de correcional. Asumió desde muy joven que su destino sería seguir los pasos de su padre, ser presidente del MC.
Mientras Annie tomaba una infusión que la señora Roberts había preparado para tranquilizarla, Johnny no dejaba de mirarla. El padre de Annie había sido miembro del MC, tras entrar el padre de Johnny en la cárcel, fue el presidente. Cuando el cáncer estaba acabndo con su vida, le hizo prometer a Johnny que cuidaría de su hija, y para Johnny una promesa era algo sagrado. A pesar de estar pálida y con gesto desencajado, Annie era preciosa a los ojos de Johnny. Aquella melena lisa de color castaño claro, una sonrisa perfecta y eterna, una bondad y dulzura desentregadas, una chica perfecta.
- Annie, mañana no vengas a trabaja, espera un poco, cuando acabemos de cerrar, que te acompañe LeRoy a casa.
- Tranquila señora Roberts, la llevo yo en la moto. ¿Qué dices, Annie?
Ella asintió. La señora Roberts trataba a sus empleadas como si fuesen las hijas que nunca tuvo, se quedó muy tranquila al saber que volvería a casa acompañada por Johnny, sabía que él la defendería aunque fuese lo último que hiciera. 
Una vez Annie se había tranquilizado siguió a Johnny hasta su moto, se ofreció para agarrarle la bolsa de papel en la que llevaba su bocadillo. Durante unos instantes, ella se quedó fascinada por la Harley de Johnny. 

El negro brillante reflejaba la luz de las farolas, la mezcla de negro y metal cromado le parecía muy atractiva, los manillares altos eran espectaculares. Miró la aerografía del tanque de gasolina, ponía "Darkness weapon". Se sentó en la moto, rodeó con su brazos a Johnny, abrazándolo bajo las axilas. Él accionó la palanca de arranque de la moto, engranó primera y puso rumbo hacia la casa de Annie acompañado por el sonido de aquel bicilíndrico en V de 96 pulgadas cúbicas. Sentir el aire acariciando su cara y ondeando su melena ayudó a tranquilizar un poco más a Annie. Pocos minutos después, Johnny llegaba a la casa de los Williams, la casa donde Annie vivía con su madre.
- Gracias por traerme Johnny. Y por salvarme la vida.
- De nada. Mañana te llamaré, para saber si estás mejor.
- Gracias, no te preocupes por mí.
Tras decir eso, ella se acercó a Johnny y le dio un beso en la mejilla, Johnny volvió a meter primera y puso rumbo a su casa. Al llegar, comió su bocadillo y antes de acostarse volvió a pensar en Annie.
A la mañana siguiente, Johnny se despertó sin apenas dormir. Se duchó y desayunó con rapidez, pasó brevemente por el taller que regentaba y puso rumbo hacia los juzagados.
Al llegar, entró en la sala donde juzgarían a Jack, el secretario del MC. Los miembros del jurado miraron a Johnny con temor, a todos los había amenazado. Aquellos acto de coacción habían dado resultado, Jack fue declarado inocente.
El fiscal era Marcus Steinberg, al acabar el juicio se acercó a Johnny.
- ¡Vaya! Con los Spartans hemos topado...
- ¿Algún problema?
- Sé que has comprado al jurado.
- Pruébelo. 
Tras espetar esto al fiscal, Johnny le dio la espalda para ir a saludar a su mejor amigo, recién liberado.
Aquella misma tarde Johnny llegó al solitario aparcamiento de Staunton Beach, allí había un hombre de unos sesenta años esperándolo. 
- Sheriff Blackwell, ¿cómo le va?
- Bien Johnny, supongo que ya sabes por qué te llamé.
- Me lo imagino...
- Este mes me jubilo y ya está nombrado mi sustituto.
- ¿Quién es?
- Es la teniente Dawn Faulkner. No te preocupes por nada, he estado formándola, tiene intención de dejar la situación con vosotros tal y como estuvo hasta ahora.
- Aún así, tengo mis dudas...
Johnny se fue de aquella reunión preocupado, la policía de Fairmont llevaba bastante años haciendo la vista gorda. Temía que la nueva sheriff no fuese tan fácil de comprar como lo había sido Blackwell.
Annie había ido a visitar a Johnny al bar que el MC regentaba, Sam, un prospect del MC al que se le encargaba regentar la barra atendió a Annie.
- Hola, ¿está Johnny?
- No, todavía no ha llegado, si quieres, puedes esperarlo aquí, ¿te pongo algo?
- No, bueno, traigo un par de tartas de manzana, son de la señora Roberts, esta es para todos vosotros, la otra es para Johnny, ayer me defendió, quiero agradecérselo de alguna manera.
- Uhmm, esas tartas son deliciosas, gracias. Espera por Johnny, debe estar a punto de llegar. En ese justo momento, Johnny cruzaba la puerta del bar.
- Hola Johnny, vengo a darte esto.
- Muchas gracias, no tenías que haber traído nada.
Annie desplazó su vista por las paredes del bar, viendo el escudo del MC, un casco espartano sobre dos lanzas cruzadas en forma de X. había también cientos de fotos, en casi todas salían Johnny y Jack, era la inauguración de los diversos capítulos que el MC tenía repartidos por Estados Unidos y el mundo. Suecia, Noruega, Rusia, España, Reino Unido, Irlanda... cientos de destinos que a Annie le parecían interesantes o exóticos.
Entraron en el bar también Jack, secretario del MC, y Ritchie, el número tres de la banda. Entraban basten preocupados, Johnny se giró y al ver sus caras puso también un gesto extraño, Annie, contempló toda la escena.
- Bueno, tengo que irme Johnny. En otra ocasión te llamo y nos ponemos al día.
- Gracias por todo, Annie.
Ella se fue, al cerrar la puerta, se volvió para despedirse con la mano. Johnny observó su ropa, era una camisa azul claro y un short vaquero corto. Tenía unas piernas preciosas.
- Johnny, tenemos problemas serios -dijo Ritchie-.
- ¿De que hablas?
- Los Aces MC han vuelto.
- ¡Mierda! ¿Es que a esos tíos no les quedó claro el pacto que hicimos en Boston? Joder, a ellos les tocaba el norte de San Francisco, a los Steel Eagles Los Ángeles y la zona sur de California a nosotros el condado de Fairmont, que está entre ambas ciudades...
- Ya, empezamos a varias pintadas cerca de la interestatal.
- Ritchie, Jack, debemos estar muy atentos, de momento esperemos. Este fin de semana es el gran encuentro anual de Harley en Los Ángeles, nos reuniremos con ellos. Aparte, los Aces no son el capítulo fundador de la banda, no son quienes para invadir nuestro territorio, me parece una falta de respeto hacía mí. El presidente a nivel mundial de los Aces estará en el encuentro, le haré recordar el pacto aunque sea a ostias. No demos ningún aviso a nuestros capítulos internacionales ni a los de otros Estados.
- Está bien Johnny -dijo Ritchie-.
- No sé Johnny -apuntó Jack-, si tu lo dices, aceptaré tu orden, pero hay que estar en guardia.
- No os preocupeis, defenderé Fairmont aunque sea lo último que haga.
Los días fueron pasando hasta que llegó la hora del encuentro Harley, los Spartans amarraron sus equipajes a sus Harley y pusieron rumbo hacia Los Ángeles. 
Allí, el presidente de los Steel Eagles sería el árbitro de la controversia. Aunque los Spartans y los Steel Eagles eran bandas muy potentes y respetadas a nivel mundial, se respetaban mutuamente desde su fundación. Johnny era un líder muy respetado por el resto de bandas. Sabían que si aceptaba un pacto, lo cumpliría, pero si alguien violaba tal pacto y dañaba a los Spartans, Johnny Davenport sacaría toda su ira y tomaría una violenta represalia contra el infractor.
TJ, el líder de los Steel Eagles saludó a Johnny estrechándole la mano. Después llegó Kurt, presidente de los Aces. Johnny se puso tenso.
- Hicimos un pacto y lo habéis violado, ¡¿es qué en Nueva York no sabéis leer?! Vaya presidente eres, que no eres capaz de atar en corto a tus hombres...
- Johnny, hay algo que no sabes, el capítulo del norte de California es un capítulo renegado.
- ¿Qué?
- Ken y los suyos ya no son reconocidos por nosotros, siguen llevando los escudos, pero no son de los nuestros, se han independizado.
Tan pronto como acabó de hablar, apareció Ken, líder de los Aces de Fairmont. Entonces TJ intentó hacer entrar en razón a los grupos.
- Chicos, ¿estáis dispuestos a mantener el pacto?
- Yo sí -dijo Johnny-.
- Por supuesto -dijo Kurt-.
- Estoy dispuesto a olvidar todo esto si Ken deja de meterse en nuestro territorio, ya sé que los New York Aces, los líderes mundiales, no os reconocen, pero quiero saber si respetaréis el pacto que firmaron nuestros fundadores en el 71.
- Bien Ken, ¿qué opinas? ¿Mantenéis el pacto?
- Opino que los Spartans llevan muchos años dominando Fairmont, mas de cuarenta.
Johnny se acercó a Ken, y estirando su mano, empezó a hablar.
- ¿Mantendréis el pacto?
En ese momento Ken amagó estrechar la mano de Johnny, pero la retiró y le escupió a la cara.
- Esto es lo que opino del pacto, Davenport.
En ese momento, Johnny se enfureció, sacó de su bolsillo una navaja automática, accionó el botón para sacar la cuchilla fuera, entonces se abalanzó sobre Ken, haciendo un largo corte vertical a su cara, marcándolo como si fuese una res.
- ¡La veda queda abierta Spartans! ¡Eliminad a cualquier Ace de San Francisco que veáis en Fairmont! A cualquier otro Ace, respetadlo.
Johnny dijo esto mientras Ken se retorcía de dolor, sabía que Ken intentaría por todos sus medios conquistar Fairmont, algo que sólo conseguiría pasando por encima del cadáver de Johnny Davenport. 

Aviso

Esta es una historia con nombres y datos totalmente inventados, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Juan M. Díaz