jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo 2: El primer golpe


La pelea entre Johnny y Ken desembocó en una batalla campal, los Aces legítimos y los Steel Eagles se apartaron de las lucha, pero los Spartan dejaron claro su potencial. Al final, lograron separar a ambas bandas, sin embargo, Johnny, se acercó empuñando su navaja de manera amenazante a los Aces renegados gritando:
- ¡Poned un pie en Fairmont y os arrancaré las entrañas!
Al acabar aquel encuentro, los Spartans volvieron a Fairmont. Rodando en grupo con sus Harley, en formación de delta, Johnny lidera el grupo, Jack y Ritchie lo flanqueaban. Más de cuarenta centauros del asfalto que atronaban el paisaje al ritmo de las explosiones de sus bicilíndricos.
Johnny no podía ocultar su preocupación, sólo quería llegar a Fairmont y empezar a preparar a sus hordas, nadie, absolutamente nadie, podría hacerse con el control de Fairmont.
Ajena a todo lo que había pasado aquel fin de semana en las cercanías de Los Ángeles, hechos que afectarían a la historia del apacible condado de Fairmont, la teniente Dawn Faulkner tomaba oficialmente posesión de su cargo como Sheriff, si bien, Blackwell se mantendría en el cargo un poco tiempo más. 
Sabiendo que los Spartans controlaban la práctica totalidad de las actividades ilícitas de Fairmont, quiso repasar las fichas policiales de sus miembros más importantes, empezó leyendo la ficha de Johnny.

John "Johnny" Davenport
Otros alias: "El carnicero", "Chainsaw Johnny".
Edad: 29 años
Estatura: 1, 96 m.
Raza: Caucásico
Color de ojos: Castaños
Pelo: Moreno
Piel: clara
Primera detención: a los 14 años, por agresión
Historial criminal:
- 145 delitos de agresiones
- 162 delitos de coaccion y amenazas
- 19 huídas del correccional estatal de California
- 1 asesinato
- 2 homicidios consumados
- 20 delitos de robo
- pertenencia a banda armada
- tenencia ilícita de armas/posesión de armas ilegales
- obstrucción a la Justicia
- resistencia a la Autoridad
- embriaguez pública
Veces detenido: 120
Buscado en los Estados de California, Nevada, Florida, Nueva Jersey, Nueva York.
Relacionado con grupos mafiosos/terroristas de Rusia, Irlanda del Norte, España e Italia.
Suministrador de armas a otros capítulos de los Spartans MC y a los grupos criminales arriba expuestos.
Exige fidelidad absoluta a los miembros de su Club.
Extremadamente violento y peligroso. Acostumbra a ir armado.

Al leer estos datos, a Dawn Faulkner se le hizo un nudo en la garganta. Empezó a creer que el puesto de Sheriff le quedaba grande. Se sintió decepcionada al saber que a quien consideraba su mentor era un vendido. No podía creer que Blackwell, el aparentemente perfecto Sheriff, estuviese comprado por los Spartans. Recordó lo que él le había dicho: respeta a los Spartans si quieres que ellos te respeten a tí. No te muestres débil ante ellos o te comerán viva.
Blackwell le había enseñado que dejarte untar por los Spartans podía ser útil, ellos cobraban a los negocios locales por protección, los delitos se habían reducido, todo el mundo les tenía miedo, así la policía no tendría que hacer nada. Dawn se sentía confusa: no sabía si obedecer al juramento que había hecho de proteger y servir, o ser una corrupta como lo había sido su predecesor en el cargo. De todos modos tendría que hablar del tema con Johnny.
Para Annie, aquel fin de semana había sido tranquilo. Habló con se madre de su agresión y de Johnny. La señora Williams odiaba a Johnny y al MC, consideraba que los Spartans habían arruinado la vida de su marido, en especial el padre de Johnny. Para ella, Johnny era el mal en forma de hombre. Lo que más temía en el mundo era que su dulce hija se enamorase de una bestia como Johnny.
Annie deseaba volver a ver a Johnny, ella sabía cómo era él, pero con ella Johnny siempre había sido correcto, si había sido cariñoso con alguien, lo fue con Annie. Desde hacía muchos años, Annie estaba enamorada de Johnny, nunca se atrevió a decirle nada porque esperaba a que él diese el primer paso, sabía que nadie la trataría como Johnny lo haría, aunque el hecho de que él no se declarase, la quemaba por dentro. La llamada de Johnny diciéndole que acababa de llegar de Los Ángeles y que aquella noche quería verla, hizo recuperar a Annie la ilusión de que aquella noche sí pasaría algo, estaba decidida, si él no daba el primer paso, lo daría ella.
Johnny llegó a Fairmont, lo primero que hizo fue ir a su taller, estaba en la parte de atrás del edificio que oficiaba de sede del MC. Repasó visualmente las motos en las que estaba trabajando, era de los mejores customizadores de motos. Se paró unos instantes ante alguno de los coches que estaban restaurando, especialmente el Chevelle SS454 descapotable que había sido de su padre. Salió del taller hacia la explanada en la que aparcaban las motos y coches que reparaban en el taller. Se fijó en que tanto las verja estaba cerrada y las alambradas no habían sido forzadas, se aseguró de que no había nadie por la calle. Bajó las escaleras que llevaban a los sótanos del edificio donde estaba la sede del club. Era un edificio de tres plantas. En el bajo estaba el bar, en el primero el salón de reuniones y en los dos superiores había habitaciones por si algún miembro tenía que dormir allí. Abrió el candado y el cerrojo que cerraban la puerta. Entró en el sótano y antes de cerrar la puerta accionó el interruptor de las luces. Caminó por el oscuro pasillo y abrió una de las puertas, volvió a accionar un interruptor y las luces mostraron una habitación enorme. Era el arsenal de los Spartans. Rifles AK, M16, M4, HK Mp5, Uzis, pistolas y revólveres de varios modelos y clases... Johnny tenía un arma en casa, pero la visita al arsenal era para vigilar que todo el armamento estuviese en buen estado. No sabía cuando tendría que utilizarlo y era mejor que estuviese en buen estado.
Tan pronto como salió de allí, vió a Annie que se dirigía al trabajo, se paró a saludarla y de prontó irrumpió la Sheriff Faulkner, apuntando con su arma a Johnny:
-¡Johnny Davenport! ¡Alto! Quedas arrestado.
Johnny no opuso resistencia, sabía de que iba el juego. Mientras lo conducían al coche y le explicaban sus derechos, él miró a Annie y le dijo que no se preocupase, que aquella misma noche iría a recogerla para ir a la feria. Al llegar a la comisaría, metieron a Johnny en una de las salas de interrogatorio. Disimuladamente, Dawn apagó los micros y las cámaras de la sala. Entonces entró.
- Johnny, ¿sabes por qué estás aquí?
- Sí. ¿Qué ha decidido? ¿Cuál es su precio?
- Tres mil dólares al mes, en metálico. Prométeme que mantendréis Fairmont libre de toda la mierda que hay como lo habéis hecho hasta ahora.
- Perfecto, sales más barata que Blackwell. Sólo pido a cambio que nos deis carta blanca e impunidad respecto a los Aces.
- Haré todo lo que pueda.
- Más le vale...
En ese momento liberó a Johnny de las esposas y le dejó marcharse. Salió apresurado de la comisaría, corrió hacia el taller y se marchó de allí a lomos de su Harley. Annie ya habría acabado su turno en el restaurante y estaría en casa arreglándose. Era la gran cita, Johnny le había propuesto que fuese con él a la feria que se celebraba en Fairmont, así podría estar aunque fuesen cinco minutos con ella.
Llegó la hora de ir a recoger a Annie, cuando llegó a su casa, ella estaba esperando en el porche, se subió a la moto de Johnny.
Al poco rato de llegar a la feria, Annie vio un gesto de preocupación en Johnny, lo veía frío, distante.
- ¿Por qué te han detenido?
- Era una tapadera, estamos untando a la nueva sheriff y quería regatear su precio.
- Johnny, ¿qué ha pasado en Los Ángeles?
- Ten cuidado Annie, otra banda ha invadido nuestro territorio. Puede ser peligroso.
De la seriedad de las palabras de Johnny y de su mirada, veía un auténtico gesto de preocupación hacia ella.
- Johnny, ten mucho cuidado... por favor.
- No te preocupes por mí, se cuidarme yo solito.
- Johnny, ¿es que no lo entiendes? Tengo miedo a perderte.
La mirada de Annie se volvió triste, en ese preciso momento supo que ella sentía lo mismo que él.
No pudo aguantar un segundo más, Johnny se acercó a Annie, le rodeó la cintura y la besó, por fin, el momento que tanto habían estado esperando. Tras los segundos en los que sus labios estuvieron fundidos, Johnny susurró algo a los oídos de Annie. Ella asintió, cogió su mano y ambos caminaron hacia donde estaba la moto de Johnny. Aunque no los habían visto, las motos de Jack y Ritchie estaban aparcadas cerca de la de Johnny. 
Annie iba abrazada a Johnny mientras él cabalgaba a lomos de su corcel de acero con destino a su casa. Al llegar allí, Annie no pudo contenerse, se lanzó al cuello de Johnny y le sacó el chaleco de cuero que siempre llevaba puesto, identificativo de que era un Spartan. Al lanzarlo contra la pared, accionó la radio de manera involuntaria.
Entonces Johnny comenzó a desnudar a Annie, la tumbó sobre la cama y empezaron a hacer el amor. 
Al despertarse, Annie tenía la sensación de que aquello había sido un sueño, no podía creer que aquellas manos que había visto golpear con brutalidad, la habían acariciado con tanta dulzura aquella noche. Vio que estaba sola, temió que Johnny se hubiese aprovechado de ella para una noche loca.
Se levantó, se visitió y buscó a Johnny por la casa, él estaba afeitándose. Estaba desnudo de cintura para arriba. Ella vio sus tatuajes, el del brazo izquierdo era un dragón que le ocupaba la práctica totalidad del brazo, se enroscaba a lo largo de él y su cabeza estaba en la zona comprendida entre el hombro y el pecho. En el derecho, en el bíceps, tenía el escudo del MC. En su espalda, unas letras tipo gótico que rezaban: "Spartan 'till Death".
- ¡Buenos días!
En ese momento Johnny se giró, se acercó a Annie y la besó delicadamente.
- ¿Ya tienes que marcharte?
- Sí, mi madre estará preocupada.
- Necesito volver a verte.
- Podemos quedar esta noche, si quieres...
- Perfecto, iré a recogerte sobre las diez. Te quiero.
Annie caminó hacia su casa, era un tranquilo paseo de unos quince minutos. Al llegar a casa, mintió sobre donde había pasado la noche, y dijo que su móvil se había quedado sin batería.
Aquel día pasó de manera lenta para ellos, deseaban que la noche llegase para volver a verse. 
Johnny llegó para recoger a Annie, dieron un largo paseo por Staunton Beach. De pronto, Annie dejó de caminar, obsevó el cielo y pudo ver el centellear de una estrella fugaz.
- ¡Qué bonita! Pide un deseo, Johnny -dijo sonriendo-.
- No es necesario, te tengo a tí, ya se ha cumplido.
Annie empezó a notar un poco de frío, quería volver a casa. En la moto, se parapetó tras Johnny, protegiéndose de la corriente de aire. Johnny aparcó la moto, se bajó y acompañó a Annie hasta la puerta, le dio un beso de despedida, ella entró y el caminó hacia su moto.
Un silbido muy fuerte rompió el silencio de la calle, Johnny se giró y pudo contemplar un grupo de unos diez Aces que se acercaban lentamente a él. Annie salió a la puerta asustada por aquel fuerte silbido.
- ¡Entra en casa, Annie! Si pasa algo avisa a Jack y dile que venga aquí, él sabe lo que hay que hacer.
- Ten cuidado, Johnny.
Ella entró apresuradamente, apagó las luces del salón, para no ser descubierta.
El grupo había rodeado a Johnny, de pronto uno de ellos empezó a hablar.
- Vaya, vaya... Pero si está aquí Johnny Davenport...
Era Ken, llevaba la herida de la cara vendada. Johnny se percató de que no había cogido su arma, tampoco su navaja, pero llevaba consigo un puño americano, metió la mano en el bolsillo y lo colocó disimuladamente. Sabía de que iba aquello.
- ¡Os mataré a todos! -dijo Johnny propinado un puñetazo a Ken en la herida-.
Todos se lanzaron sobre Johnny, aunque era fuerte no podía hacer nada para defenderse, lo superaban en número.
Mientras Annie veía horrorizada como Johnny estaba tendido en el suelo, siendo molido a patadas, llamó a Jack primero y después a la policía. Johnny siguió recibiendo golpes hasta que el sonido de una Harley, las luces y la sirena de un coche patrulla llegaron allí, lo que hizo que los Aces huyeran. 
Annie salió corriendo a ver cómo estaba Johnny. Al verlo no pudo evitar llorar, estaba totalmente ensangrentado.
- Está muerto, ¡muerto! -gritó Annie, rota de dolor-.
- No, aún respira -contestó la sheriff Dawn Faulkner, que era la agente que iba en el coche patrulla-. ¡Hay que llamar a una ambulancia!
- Está avisada -sentenció Jack con su móvil en la mano-.
Jack cargó su pistola delante de Dawn, abrazó a Annie intentando tranquilizarla y le dijo muy seriamente:
- Mataré a esos hijos de puta, te lo prometo. No salgas de casa en todo el día, puede que vengan a por ti.
- Quiero ir con él... ¡no lo dejaré solo jamás!
Ella se había agachado, lo abrazaba, mientras la sheriff Faulkner mantenía sus dedos en las venas de Johnny para vigilar su pulso.
La ambulancia llegó, Dawn y Annie subieron en ella, Annie no dejaba de sujetar una de las manos inmóviles de Johnny.
La señora Williams miró toda aquella escena desde una ventana con una mezcla de rabia y alegría: le dolía que su hija le ocultase que su novio era Johnny y se fuese con él al hospital, pero nada le alegraría más que saber que el novio de su hija muriese de aquella paliza.

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